Para la mayoría de los hombres siempre ha sido un placer poder recorrer largas distancias y disfrutar del paisaje sobre un vehículo de dos ruedas. Todo hombre sueña que conduce una Harley Davidson y no solo el que es amante de las motocicletas. Al hablar de este caballo de acero sin duda podemos imaginar una moto irreverente, con motores potentes, que se distingue de todas las demás gracias a su imagen y estilo particular.
Puede que para muchos hombres sea un sueño poseer una máquina dispuesta a emprender nuevas aventuras. Sin embargo, también hay otros que disfrutarían poder conducirlas aunque por un tiempo limitado. Para ellos, la marca tiene buenas noticias. Han creado un plan de financiamiento a través del cual alquilarán estos vehículos por largos períodos, que van de 36 a 48 meses.

Harley Davidson
El mecanismo fue generado en alianza con el grupo Stellantis e incluye todos los servicios de mantenimiento del caballo de acero, además de asistencia en la vía, impuestos, seguro de responsabilidad civil y demás beneficios. Todo esto sin ningún tipo de compromiso de compra.
Conduce una Harley Davidson sin comprarla
Para los que ansían montar y conducir este tipo de vehículos, es una opción valedera en vista de la cantidad de opciones que ofrecen. Ya no tendrás que comprar una Harley y quedarte con ella para toda la vida, sino que puedes variar de modelo y disfrutar de las diferentes ventajas de diseño que brinda cada una de ellas.

Davidson
Los precios varían de acuerdo al modelo de la marca y se establece una tasa fija para pagar durante todos los meses. El alquiler de la Sportster Nighster, que es uno de los modelos más asequibles de Harley Davidson, es de 509 euros al mes.
El contrato no incluye pagos de abonos iniciales, el servicio deja en claro el alquiler de la moto por un rango de 10.000 km al año.
Estas rentas están a la disponibilidad de choferes autónomos, personas particulares y de administraciones públicas. Con esta oferta muchos amantes de las motos de alta cilindrada podrán experimentar la increíble sensación, cargada de adrenalina, que produce recorrer el camino sobre un verdadero caballo de acero.