Con una auténtica exhibición de poderío Julián Berrendero se acreditó la clasificación de la montaña del Tour de Francia en 1936 y se robó los mejores comentarios en la decimoquinta etapa del Tour de 1937 entre Luchon y Pau.
Tras este espectacular inicio de su carrera y por precaución, Julián Berrendero decidió quedarse en Francia. Sin embargo, pudo más la nostalgia por su terruño y su familia. Al cruzar la frontera de Irún, fue detenido y condenado, pasando 18 meses en campos de concentración. Estuvo en Espinosa de los Monteros (Burgos), Rota (Cádiz) y Madrid.
A prueba de campos de concentración franquistas
Berrendero, pasó largos meses en el campo de concentración de Rota, con una población de unos 9.000 prisioneros en unas instalaciones junto a la playa. Allí, como en todas las cárceles de guerra del régimen franquista, los presos eran utilizados para realizar trabajos pesados. Igualmente eran sometidos a lavados de cerebro, “para la progresiva deshumanización de los cautivos”.
Julián Berrendero y el retorno al ciclismo
Fue su amistad con José Llona, un antiguo ciclista que era capitán del ejército, la que facilitó su liberación, tras lo cual y por mucho intento de lavado de cerebro o de trabajos forzados, Berrendero no olvido su pasión y profesión y retomó los entrenamientos en su bicicleta para ganar la Vuelta a España en el 41 y en el 42.
Berrendero continuó su carrera deportiva hasta 1948. En 1951 fundó en Madrid una tienda de bicicletas y murió a los 83 años. Cierta ocasión dijo de él un periodista francés «Tiene el más bello estilo de todos los escaladores viéndole trepar y mejor sube cuanto más dura es la pendiente».