El agua es un recurso vital para la salud y el bienestar de las personas. Sin embargo, no todas las aguas son iguales y existen diferentes tipos según su origen, composición y tratamiento. Entre los más comunes se encuentran el agua natural y el agua mineral, pero ¿cuáles son sus diferencias y cuál es mejor para el consumo humano?
Diferencias entre el agua mineral y la natural
El agua natural proviene de fuentes superficiales o subterráneas y no se somete a ningún proceso de purificación o adición de sustancias. La natural puede contener microorganismos, minerales, metales pesados u otros contaminantes que pueden afectar su calidad y seguridad.
Por eso, a diferencia del agua mineral, la natural hay que tratarla antes de consumirla para eliminar o reducir estos riesgos. Algunos métodos de tratamiento son la cloración, la filtración, la ósmosis inversa o la destilación.
Por otro lado, el agua mineral es aquella que proviene de manantiales subterráneos y que tiene una composición química constante y característica. El agua mineral contiene minerales disueltos como calcio, magnesio, sodio, potasio, hierro o bicarbonatos, que le confieren propiedades beneficiosas para la salud.
Asimismo, no necesita ser tratada ni purificada, ya que cumple con los estándares de calidad establecidos por la normativa. Además, el agua mineral puede clasificarse según su mineralización (baja, media o alta) o según su temperatura (fría o termal).
¿Cuál es mejor?
Entonces, ¿qué tipo de agua es mejor? La respuesta depende de varios factores, como las preferencias personales, las necesidades nutricionales y el acceso a cada una de ellas. En general, se puede decir que el agua mineral tiene ventajas sobre el agua natural en cuanto a su pureza, su sabor y su aporte de minerales.
Sin embargo, el agua natural también puede ser una buena opción si se trata adecuadamente y se consume con moderación. Lo importante es mantener una hidratación adecuada y variar el tipo de agua según las circunstancias. Por ejemplo, se recomienda beber agua mineral con alto contenido en calcio para prevenir la osteoporosis o beber agua natural con bajo contenido en sodio para controlar la hipertensión.
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